Un pedo con complicaciones - Semidios

- Nada más tengo que decirle unas cositas oficial, terminaré antes que el minutero de ese reloj llegue a la media, es decir sin emborucar de más este penoso asunto.

- En el Bar La Caravana conocí a La Libélula y…

-¿Perdón? ¡Ah! Sí, es que está bien coluda; bueno, si me permite prosigo que si no le cuento esto con detalle estaré inerme y sólo un milagro me salvará de la cárcel.

- Estaba yo meditabundo preguntándome hacia mis adentros si el pedo que traía atorado era por culpa de los chilaquiles con crema de microondas del Oxxo o imprudente voluntad de mis subversivas entrañas.

- Bueno, aguantaba estoicamente el pedo cuando la vi por el espejo frente a mi, “la reina de la quiromancia”, su nombre artístico, pasó junto a mí y me levanté en chinga para decirle que la amaba en secreto pero el pedo salió contundente minimizando la música a un susurro, ella pensó que la iba a atacar.

- Ella resbaló con una cáscara de limón al intentar alejarse, cayó con la cabeza en la orilla del escalón de la pasarela y mi deducción es que allí cuando perdió toda lucidez, ahí murió la leyenda, por eso con el tubo ya no hace mas que darse de topes con la cabeza y pidiendo al mesero “un popote más chico”.

- Como le digo comandante…

- Este… ¿Encargó donas a la confitería?

-¿Puedo pedir para mí? Me dio hambre.

-Gracias.

- Le digo comandante, todo fue malentendido, no hice nada malo, sólo fui el productor del desafortunado accidente que gracias al creador no terminó en una miserable cárcava.

- Bueno, nomás para el expediente, sí fue lo que compré en el Oxxo, mire aquí están las truzas flameadas, ya sabe, yo, con la pura verdad –

Autor: Semidiós

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